viernes, 23 de marzo de 2012
La luz no muere
Sabina, en la pasada primavera, cambió su nombre por el de Luz, siguiendo el camino de toda su familia felina. El poema "El rastro de la luz" de Navid Nuur, me ha hecho recodar que,
La luz puede resplandecer
La luz puede arder
La luz puede cambiar
La luz puede crecer
La luz puede absorber
La luz puede dirigir
La luz puede dividir La luz puede guiar
La luz puede viajar La luz puede recopilar
La Luz puede confundir La luz puede agruparse
La luz puede cantar La luz puede abrazar
La luz puede transformar La luz puede morir
LA Luz.. no muere, se apaga, se oculta, se oscurece, dejando a su paso por la tierra el blanco de las chirimoyas, el amarillo de la cúrcuma, el marrón de las castañas, el morado de los higos, el gris de los gatos persas o el negro de las rayas de las cebras, mientras, en el cielo parpadea el azul cobalto del desierto, el amarillo del ambar, el verde de las hojas del limonero, el morado de la amatista, el blanco de las calas y el negro del onix. Cuando reaparece, del brazo del tiempo, la luz estrena colores del arco de iris, resplandece, arde, absorbe, dirije y divide, guía y viaja, recopila y se confunde, se agrupa, canta, abraza, y se despide..., en cualquier lugar y a cualquier hora, para surgir siempre transformada.
La luz puede resplandecer
La luz puede arder
La luz puede cambiar
La luz puede crecer
La luz puede absorber
La luz puede dirigir
La luz puede dividir La luz puede guiar
La luz puede viajar La luz puede recopilar
La Luz puede confundir La luz puede agruparse
La luz puede cantar La luz puede abrazar
La luz puede transformar La luz puede morir
LA Luz.. no muere, se apaga, se oculta, se oscurece, dejando a su paso por la tierra el blanco de las chirimoyas, el amarillo de la cúrcuma, el marrón de las castañas, el morado de los higos, el gris de los gatos persas o el negro de las rayas de las cebras, mientras, en el cielo parpadea el azul cobalto del desierto, el amarillo del ambar, el verde de las hojas del limonero, el morado de la amatista, el blanco de las calas y el negro del onix. Cuando reaparece, del brazo del tiempo, la luz estrena colores del arco de iris, resplandece, arde, absorbe, dirije y divide, guía y viaja, recopila y se confunde, se agrupa, canta, abraza, y se despide..., en cualquier lugar y a cualquier hora, para surgir siempre transformada.
domingo, 27 de febrero de 2011
El regalo de mi ALOE
He visto a Tony Curtis saliendo y entrando de un portal, varias veces seguidas, una noche en la que el tiempo, mas bien el guión, le exigía llevar una gabardina clásica abrochada. Su rostro era serio, tal vez, la película también era muy seria. La salida de aquel portal fue algo brusca y su mirada se perdia en el horizonte. Alguien de los presentes, decidió que aquello se tenía que acabar y el actor, por fin, sonrió. Que sonrisa la suya¡¡¡ Rodeado de focos y de gente, los mirones y los trabajadoes. Presentí sus maravillosos ojos azules, de ese azul de aguas poco profundas. Fue emocinante. In live¡¡¡ Señoras y señores, con ustedes Tony Curtis rodando de incógnito una escena a la vuelta a la esquina de mi casa. Recuerdo imborrable, que en esta tarde típica entre el invierno y la primavera, con su calor al mediodía y su frío por la noche, con ese intercambio de lluvias y soles, he descolgado de alguna carpeta de la memoria. Y aunque los chinos estén disfrutando ya de su primavera, en este sur de Europa el ciclo primaveral se está iniciando con los almendros y con mi ALOE que me ha alegrado la tarde, y la vista, al comprobar que en su centro, se ha instalado una varita verde de la que irán surgiendo flores alargardas de color salmón. Todavía, apetece cierto recogimiento y acercarse al fuego, elemento extraño, aunque sea a través de una placa metálica. Ese fuego que hoy nos trae imágenes de chimeneas altísimas que brotan sobre las siluetas de las dunas del desierto, que nos preocupan no por su posible contaminación, sino porque vemos y oímos lo que no nos gusta ver ni oir, el aniquilamiento de unos seres maltratados y mal calzados, que no han recibido ningún beneficio de ese fluido que a los demás, nos permite, entre otras muchas cosas, calentarnos y movilizarnos.
Pero si supiese que Tony (ya no le hace falta el apellido) interrumpía su estancia en el cielo para rodar otra escena cerca de mi casa, dejaría de ver la triste realidad que nos traen las ondas y me pondría súbitamente mis zapatos de tacón para reencontrarme con él y perdirle el autógrafo que nunca me firmó, porque tal y como están las cosas, un autógrafo procedente del cielo puede servir como intercambio económico o como material calorífico. A veces, suceden cosas que iluminan la noche y oscurecen el cielo de día.
Pero si supiese que Tony (ya no le hace falta el apellido) interrumpía su estancia en el cielo para rodar otra escena cerca de mi casa, dejaría de ver la triste realidad que nos traen las ondas y me pondría súbitamente mis zapatos de tacón para reencontrarme con él y perdirle el autógrafo que nunca me firmó, porque tal y como están las cosas, un autógrafo procedente del cielo puede servir como intercambio económico o como material calorífico. A veces, suceden cosas que iluminan la noche y oscurecen el cielo de día.
martes, 21 de septiembre de 2010
Tiempo de Estío
¿Cuánto espacio ocupa la fe?¿En qué espacio se encuentra la creencia?¿A cuánto vale el metro cuadrado de espacio?¿Hay espacios reservados? ¿Cuánto mide el espacio? Despacio. Quizás como necesidad ante la prisa: deprisa. Despacio, como una especial forma de expresarse el espacio. Desde lo despacio se contempla el transcurrir. La tendencia impositiva es: ¡deprisa! Es el signo de la competencia, de la ganancia, del reparto, del poder, del tener. Dessssspacio te das cuenta... En el despacio te apercibes. En el espacio se referencia el tiempo, el ritmo, la pausa… Cualquiera que sea la referencia, “despacio” permite lo aproximado, lo exacto, lo apropiado. La tercera palabra era… Distinto. Hay algo que distingue. Hay algo que hace diferente. Hay, incluso, algo distinguido. Es afán perfilar lo distinto. Así se extrae lo diverso, lo diferente, la diversidad, las posibilidades. En lo distinto cada ser se encuentra. Es él. En lo distinto cada ser se perfila en su originalidad. No se trata de “ser distinto”, se es distinto. Entiéndase ser como mecanismo de voluntad, de imposición, de logro -LO-GRO-.
¿Y si Dios fuera el espacio, sin duda marchara despacio, y fuera distinto, lo que distingue…? Mirarse, verse, observarse en lo distinto, es percibir el reflejo divino del ser. Y así, cada UNO se distingue de OTRO. ¿Qué espacio puede haber en lo infinito…? Desde lo distinto a lo distinguido se cumple la virtud de cada ser. Y en el espacio, desde el espacio -sin que exista- se promociona la distinción… de la vida. Despacio. Sin prisa para vivirla. Ámen. (Dr.J.L.Padilla)
¿Y si Dios fuera el espacio, sin duda marchara despacio, y fuera distinto, lo que distingue…? Mirarse, verse, observarse en lo distinto, es percibir el reflejo divino del ser. Y así, cada UNO se distingue de OTRO. ¿Qué espacio puede haber en lo infinito…? Desde lo distinto a lo distinguido se cumple la virtud de cada ser. Y en el espacio, desde el espacio -sin que exista- se promociona la distinción… de la vida. Despacio. Sin prisa para vivirla. Ámen. (Dr.J.L.Padilla)
sábado, 29 de mayo de 2010
El Fuego
Aquella tarde paseando, me llamó la atención un escaparate cuyo cristal estaba tapizado con tiras que anunciaban unas rebajas muy anticipadas. Era el mismo comercio donde unos días antes, había presenciado el cortejo entre un chico, que tragaba fuego y hacía malabares junto a la puerta de entrada, y la cajera de la tienda, qué sin abandonar su puesto, compartía miradas hacia el artísta y su arte. En cuestión de minutos, el aire pasó a ser vapor tropical, el cielo se esfumó anulado por un abigarrado grupo de nubes grisáceas. Al caer las primeras gotas desaparecieron las formas de la calle y por último, hicieron su aparicion sonora y visual truenos y relámpagos. Buscando refugio accedí al interior de la tienda en la que apoyado, discretamente, en el marco de la entrada, estaba él, un poco triste o algo cansado, o tal vez, fuese por la inesperada sorpresa de aquella pausa que obligaba a ponerle fin a su forma de ganarse la vida y la sonrisas. A partir de ese momento, desvié mi curiosidad por las rebajas y dediqué mi atención al asunto romático que intuía. Algo algo había cambiado desde la anterior pausa en la que él, sonriendo más allá del límite de sus orejas, dejaba caer su cuerpo hacia el interior de la tienda y haciendo una especie de reverencia oriental, susurraba un abanico de horas posibles para poder quedar con ella a la hora del cierre. Su vestuario era el mismo, mallas negras, camiseta de rayas anchas, la inseparable vara malabar, el pañuelo de color granate, la bolsa negra, abierta, apoyada en la pared. Que había pasado, se habría apagado la pasión al mismo tiempo que su fuego, o tal vez, se debiese a que ella nunca hubiese aceptado su ofrecimiento, o suponiendo lo contrario, algo que no llegué a presenciar, no se hubiese decidido a compartir las llamas que emanaban de su corazón. De repente, vi que en las paredes de la tienda habían pegado carteles en los que se podía leer "Liquidación Total por Cierre". Eso significaba cierre de la tienda igual a dependienta al paro .... ¿Que sería de aquel artista del fuego sin la chica con la que compartía sus pausas? El sol reapareció, la luz penetró en la tienda, y una sonrisa radiante surgió por el marco de la puerta, se miraron y ella también, sonrió. Salí a la calle convencida de que solo el amor puede triunfar por encima de los obstáculos, sea una tormenta o las crisis financieras. Más o menos, lo dice un bolero... "Cuando el milagro realiza el prodigio de amarse hay campanas de fiestas..." que iluminan, con o sin fuego, el corazón.
sábado, 24 de abril de 2010
Como un principe...
En este día primaveral, acompañado del silencio animado por los cantos de los pájaros, y de una música lejana que alegra alguna fiesta infantil, Pompof yace en la tierra junto a una gran encina y tres fresnos. La cabeza hacia el norte, cubierto por una alfombra de verdes hierbas, de pequeñas flores amarillas, moradas y azules, de algunas setas y ramas caidas, donde las ardillas, comen tranquilas cuando pasas a su lado. Ha sido su último paseo al campo, y el sitio, de haberlo conocido antes, le hubiese hecho muy feliz, con tanta hierba para olisquear o probar, caminando agazapado, abriendo la cortina verde de una casi selva virgen, desconocida, asomando, en algún momento, su carita entre las ramas, comprobando si seguía acompañado, o parándose cuando el viento agitaba las hojas y el sonido era como el de una ola, o cuando los pájaros saltaban de una rama a otra.... El, desde el cielo, y yo, desde la tierra, hemos encontrado, en este adios, un lugar que ha sido nuestro mutuo regalo. Pero volveré Pompof, a leer, a pasear, a dejarme llevar por el cielo, las nubes, el viento, los pájaros, para ver como te ha ido con la encina y sus vecinos los fresnos.
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Las mujeres que amaban a los gatos
viernes, 23 de abril de 2010
El día que Pompof ascendió...como Cervantes.
El espiritu de Pompof se ha ido al Universo. De él todavía queda un cuerpecillo muy bello que recibirá sepultura mañana. En mi, queda de él un pedazo de vida compartida, 17 años de ronroneos, miradas, caricias, paseos por la casa y ultimamente, por la escaleras, que se convirtieron en su jardín favorito y su lugar de relación con los vecinos. Fue un maravilloso compañero de viajes, ya fuese por las montañas, playas, parques o lagunas. Sabía que estabamos de viaje o de paseo, y le bastaba. Recuerdo sus miradas, con sus sus ojillos amarillos relucientes y entornados, como copiloto o desde los refugios que le prepaba para que se encontrá protegido, como buen felino, cuando los espacios en los que nos parabamos eran muy abiertos. Además, fue un catador excelente de jamones, yogures y hierbas, le gustaba también, el chorizo picante y en sus últimos días, se animó a probar otras proteínas. Le encantaba descubrir y observar todo lo que ocurría a su alrededor, estuviese donde estuviese, balcones, coche, tren, la bolsa negra en la que iba colgado de mi hombro. Todo esto y más, ha sido su vida y la mía. Y esta madrugada, nos despedimos, respiraba lentamente, estaba tranquilo, y creí, que dormía... su preciosos ojos amarillos, su carita pequeñita plena de paz, de amor... que es lo me aportó en toda su existencia, AMOR, desde aquel día que llegó a quedarse junto a mi. Adios Pompi. Estás flotando en el aire, subes y subes y ya habrás descubierto otras cosas. Desde la pequeña Tierra, tu hija Sabina y yo nos acordaremos siempre de ti. No nos olvides. Te queremos. Alicia te ha traído tulipanes rosas, seguro que te gustan, como te gustaron las hojas de los ginkos o la cola de caballo, tu favorita. Hasta siempre gato querido.
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