He visto a Tony Curtis saliendo y entrando de un portal, varias veces seguidas, una noche en la que el tiempo, mas bien el guión, le exigía llevar una gabardina clásica abrochada. Su rostro era serio, tal vez, la película también era muy seria. La salida de aquel portal fue algo brusca y su mirada se perdia en el horizonte. Alguien de los presentes, decidió que aquello se tenía que acabar y el actor, por fin, sonrió. Que sonrisa la suya¡¡¡ Rodeado de focos y de gente, los mirones y los trabajadoes. Presentí sus maravillosos ojos azules, de ese azul de aguas poco profundas. Fue emocinante. In live¡¡¡ Señoras y señores, con ustedes Tony Curtis rodando de incógnito una escena a la vuelta a la esquina de mi casa. Recuerdo imborrable, que en esta tarde típica entre el invierno y la primavera, con su calor al mediodía y su frío por la noche, con ese intercambio de lluvias y soles, he descolgado de alguna carpeta de la memoria. Y aunque los chinos estén disfrutando ya de su primavera, en este sur de Europa el ciclo primaveral se está iniciando con los almendros y con mi ALOE que me ha alegrado la tarde, y la vista, al comprobar que en su centro, se ha instalado una varita verde de la que irán surgiendo flores alargardas de color salmón. Todavía, apetece cierto recogimiento y acercarse al fuego, elemento extraño, aunque sea a través de una placa metálica. Ese fuego que hoy nos trae imágenes de chimeneas altísimas que brotan sobre las siluetas de las dunas del desierto, que nos preocupan no por su posible contaminación, sino porque vemos y oímos lo que no nos gusta ver ni oir, el aniquilamiento de unos seres maltratados y mal calzados, que no han recibido ningún beneficio de ese fluido que a los demás, nos permite, entre otras muchas cosas, calentarnos y movilizarnos.
Pero si supiese que Tony (ya no le hace falta el apellido) interrumpía su estancia en el cielo para rodar otra escena cerca de mi casa, dejaría de ver la triste realidad que nos traen las ondas y me pondría súbitamente mis zapatos de tacón para reencontrarme con él y perdirle el autógrafo que nunca me firmó, porque tal y como están las cosas, un autógrafo procedente del cielo puede servir como intercambio económico o como material calorífico. A veces, suceden cosas que iluminan la noche y oscurecen el cielo de día.
domingo, 27 de febrero de 2011
Suscribirse a:
Entradas (Atom)