"Para mantener la paz social, China tiene que generar empleo, y para ello, tiene que generar crecimiento, de ahí la obsesión.."
Ahora comprendo el motivo por el cual los diseñadores chinos, a los que tenemos que felicitar, estén cambiando el concepto del globo terráqueo añadiéndole dinamismo y colorido a base de fragancias insinuantes de flores inexistentes, de cigüeñas perennes que asientan sus nidos en palmeras de hojas relucientes, de moscas momificadas instaladas en arenas de playas masificadas, de toboganes que descienden de las altas montañas arrastrando bolitas anisadas, de géiseres que manan vapores que ambientan las estancias, de rascacielos que pinchan las yemas de nuestros dedos cual púas de un erizo, de submarinos medio sumergidos rodeados de flores de lotos y peces de colores, así mismo, su afán de cambio trae consigo nuevos modelos de tartas de cumpleaños con soldaditos azucarados deslizándose por plataformas montadas a punto de nieve, inmaculada... Este cambio en la estética, le ha dado una transcedencia vital al plástico y a la pastelería, echando abajo ese aspecto pulcro de arte-mundo-sano, al que estabamos acostumbrados cuando soñabamos que viajabamos dándole vueltas a ese mundo rodante, o cuando apagabamos la vela que presidia la ceremonia feliz cada año del aniversario. Cambia el globo y cambian las tartas, y ahora estudiamos con paciencia de años el mandarín o practicamos Qigong (Chi Kung) o Tai Chi, y aún así, nos empeñamos en conservar la formas y el dulce sabor de un presente ya pasado, al fín y al cabo, su gramática es más fácil que la nuestra, no tiene verbos, y sólo es necesario memorizar unos cuantos miles de signos, ideogramas, algo muy sano que nos ayuda a manterner activa la zona cerebral específica de la memoria. Es obvio, que aquello del viejo cuento chino, por fin, ha entrado a formar parte de nuestra cotidianidad.
domingo, 24 de enero de 2010
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