Aquella tarde paseando, me llamó la atención un escaparate cuyo cristal estaba tapizado con tiras que anunciaban unas rebajas muy anticipadas. Era el mismo comercio donde unos días antes, había presenciado el cortejo entre un chico, que tragaba fuego y hacía malabares junto a la puerta de entrada, y la cajera de la tienda, qué sin abandonar su puesto, compartía miradas hacia el artísta y su arte. En cuestión de minutos, el aire pasó a ser vapor tropical, el cielo se esfumó anulado por un abigarrado grupo de nubes grisáceas. Al caer las primeras gotas desaparecieron las formas de la calle y por último, hicieron su aparicion sonora y visual truenos y relámpagos. Buscando refugio accedí al interior de la tienda en la que apoyado, discretamente, en el marco de la entrada, estaba él, un poco triste o algo cansado, o tal vez, fuese por la inesperada sorpresa de aquella pausa que obligaba a ponerle fin a su forma de ganarse la vida y la sonrisas. A partir de ese momento, desvié mi curiosidad por las rebajas y dediqué mi atención al asunto romático que intuía. Algo algo había cambiado desde la anterior pausa en la que él, sonriendo más allá del límite de sus orejas, dejaba caer su cuerpo hacia el interior de la tienda y haciendo una especie de reverencia oriental, susurraba un abanico de horas posibles para poder quedar con ella a la hora del cierre. Su vestuario era el mismo, mallas negras, camiseta de rayas anchas, la inseparable vara malabar, el pañuelo de color granate, la bolsa negra, abierta, apoyada en la pared. Que había pasado, se habría apagado la pasión al mismo tiempo que su fuego, o tal vez, se debiese a que ella nunca hubiese aceptado su ofrecimiento, o suponiendo lo contrario, algo que no llegué a presenciar, no se hubiese decidido a compartir las llamas que emanaban de su corazón. De repente, vi que en las paredes de la tienda habían pegado carteles en los que se podía leer "Liquidación Total por Cierre". Eso significaba cierre de la tienda igual a dependienta al paro .... ¿Que sería de aquel artista del fuego sin la chica con la que compartía sus pausas? El sol reapareció, la luz penetró en la tienda, y una sonrisa radiante surgió por el marco de la puerta, se miraron y ella también, sonrió. Salí a la calle convencida de que solo el amor puede triunfar por encima de los obstáculos, sea una tormenta o las crisis financieras. Más o menos, lo dice un bolero... "Cuando el milagro realiza el prodigio de amarse hay campanas de fiestas..." que iluminan, con o sin fuego, el corazón.
sábado, 29 de mayo de 2010
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